|
|
R Coronae Borealis: la crisis de 1999
Cuando, en una observación normal, notamos que no aparece o que brilla tanto como la compañera es hora de prepararse: probablemente hay una crisis en perspectiva. A finales de julio yo, como otros muchos observadores, la encontramos estable en la magnitud 5.9-6.1ª: nada hacía pronosticar una nueva crisis, recién salida de una anterior (agosto 1998-marzo 1999). El 1 de agosto, junto con un compañero, realicé desde el Pirineo leridano mediciones para comprobar el límite de magnitud de un reflector de 114 mm, precisamente con el campo de R, encontrándola ya algo por debajo de su brillo normal aunque sin prestar demasiada atención dada la presencia de una Luna Nueva molesta: esa misma noche José María Fernández Andújar la encontraba con magnitud 6.36ª. Observaciones por medio de una CCD y el mismo telescopio, desde el centro de Barcelona, me la mostraron pocos días después ya bajando de brillo, pero la falta de tiempo adecuado, el mal cielo de la ciudad y la lejanía de casa me impidieron seguirla adecuadamente: estaba ya en magnitud 7.2ª y seguía bajando. En esos días Máximo Suárez la medía ya en la magnitud 8ª, rumbo a una caída. No obstante, una observación dos semanas después, me indicaron que ya no era visible con prismáticos por haber superado la 8ª magnitud: crisis a la vista. Observaciones de otros compañeros completan un seguimiento de la curva de brillo, de la cual hablaré después al mostrarla. Intenté hacer mediciones fotométricas con la CCD, pero el excesivo resplandor de la luna, los cirros, la calima y demás impedimentos ajenos a mi voluntad me lo impidió. El día 18 nuestro compañero Miguel Rodríguez Marco nos remitía un mail privado a varios observadores en el que nos anunciaba la creación de una página web sobre variables... provindencial para todos. El 25 yo le remitía una nota en la cual le comentaba que mis mediciones CCD parecían indicar un buen bajón de magnitud, a lo cual seguía una nota emitida por la AAVSO (el 26) anunciando esto mismo: una crisis. A la mañana siguiente, viernes, yo remitía una nota a las listas astronómicas, por si algún observador no estaba de vacaciones y encontraba tiempo para observarla; 14 minutos antes Máximo Suárez había enviado una nota a los suscritos a la lista de la A.V.E. comentando la crisis. Miguel la observó esa misma noche y la encontró más débil de la 10.6ª magnitud (aunque la presencia lunar molestaba para calcular adecuadamente el brillo), cayendo en picado rápidamente: mis mediciones digitales (tomadas con una MX5 acoplada a un refractor acromático de 75 mm de diámetro: el buscador del catadióptrico de 203 mm que empleo habitual) me mostró que R estaba próxima a la magnitud 12ª-12.3ª. Había vuelto a bajar. Se recibieron mediciones de la AAVSO, las cuales indicaban que entre el día 5 y el 9 R estaba entre las magnitudes 13.3-13.8 con una dispersión en las medidas de 0.3-0.4 magnitudes, aunque la moda estadística estaba en la magnitud 13.6ª. Observaciones digitales mías el 7 de septiembre la mostraban en la magnitud 13.6ª en total concordancia con la observación de Máximo (con límite en la magnitud 14.5ª en ambos casos). Una observación de Diego Rodríguez (del Grupo M-1) la pilló la noche del 9 en plena subida, pues él determinó magnitud 13ª. Sin embargo imágenes digitales la noche del 11 de septiembre (tras varias jornadas con molestos cirros) me la ofrecieron, sorprendentemente, en la magnitud 12.6ª: indudablemente casi 1 magnitud por encima de lo medido tres noches atrás; un mail mío a las listas astronómicas, en la mañana del 12, dio cuenta del asombroso hecho: dos horas después Miguel me comentó vía electrónica que José Ripero había observado también la subida, confirmando plenamente mis mediciones: ¡la CCD funcionaba más que perfectamente! Los miembros de la AAVSO midieron la noche del 11 brillos entre la 13.4ª y la 12.3ª: aquí aparece una dispersión de nada menos que 1.1 magnitud, aunque la moda estadística (la magnitud más medida) fueron la 12.8ª y la 12.4ª cuyo valor medio es la magnitud 12.6ª, sin embargo el valor promedio de todas fue la magnitud 12.8ª. Mediciones la noche del 12 la ofrecieron en magnitud 12.3 mientras que la noche del 14 estaba ya exactamente en la magnitud 12ª, en vertiginoso ascenso. Mis imágenes digitales llegan hasta la noche del 15, en cuyas últimas mediciones la estrella estaba ya en la magnitud 11.7-11.8ª: esas fueron las últimas fotografías antes de la llegada de las oportunas lluvias y de la molesta Luna... Después de la Luna mi primera observación válida es del 29 de septiembre, cuando ya estaba de nuevo en la magnitud 10.5ª: había subido lentamente y parecería que seguiría ascendiendo de brillo, una vez recuperada de esta crisis. Pero he aquí que cuando volví a observar, después de unas noches de nubes, había vuelto a descender de brillo muy ligeramente: podía tratarse de un error de mis mediciones (debido a una capa de cirros, invisibles pero fastidiosos) o que realmente volvía a descender. Más períodos sin mediciones a causa de la lluvia pero la noche del 10 la capturé asustado: !había bajado notablemente hasta la 12ª magnitud!; di la voz de alarma entre mis compañeros y volvía a perderla entre nubes poco después. Afortunadamente la noche del 20 se despejó y la capturé bajísima (13,2ª magnitud); indudablemente había caído en picado desde las noches del 3 y del 10. Finalmente el domingo 24 se despejó milagrosamente y pese a la molesta luz lunar y las nubes de tormenta que se paseaban aisladas pude merdirla en torno a la 13,6-13,7ª magnitud. Aquí teminan mis mediciones de brillo hasta el momento de cerrar esta edición; sólo más tarde, cuando tengamos todas las mediciones en la mano, sabremos cual fue realmente su comportamiento completo y hasta donde llegó en sus bajadas y mini subidas de brillo, pero todo eso será lo que os contaré en una próxima entrega....
Francisco A. Violat Bordonau Asesores Astronómicos Cacereños |