mira digital 2

R Coronae Borealis: la crisis de 1999


R de la Corona Boreal (R CrB) es una estrella variable, prototipo de las de su clase, a la cual presta su denominación: estrellas de tipo R CrB; está situada en las coordenadas AR: 15h 48,6m Dec.: 28º 09’ dentro del cuerpo de la constelación Corona Boreal, situada no lejos de la brillante estrella Arturo. En el año 1795 el astrónomo inglés E. Pigott descubrió su variabilidad y desde entonces se sabe que no es de ningún tipo usual: habitualmente permanece en torno a la magnitud 5.7-5.9 con ligeras oscilaciones de 2-3 décimas de magnitud hasta que, sin previo aviso ni periodicidad, inicia un descenso de brillo que puede hacerla bajar entre 1 y 9 magnitudes, llegando hasta rozar la 14.9ª magnitud en sus caídas más profundas. Con un tipo espectral algo extraño (F8pep para R CrB, G0ep en el caso de SU Tau) estas estrellas presentan una atmósfera pobre en hidrógeno, aunque muy ricas en carbono: tanto, que se cree que es la acumulación de partículas de carbono (en forma de “hollín”) en su atmósfera lo que provoca estas aparentes caídad de brillo, pues no son sino extensas “nubes” oscuras que nos ocultan su fotosfera... R permanece habitualmente en un estado de reposo (o brillo máximo, cuando su atmófera está limpia de “hollín”) cercano a la magnitud 5.8-5.9; ha habido períodos de tiempo muy largos (por ejemplo de 1925 a finales de 1934) en los cuales estas manchas oscuras apenas si la han obligado a bajar a la 6ª magnitud. Sin embargo en otras ocasiones la estrella ha tenido una bajada moderada (finales de 1908), durante la cual la estrella llegó casi a la 14ª magnitud (a mediados de 1909), inició una rápída subida que la llevó a la magnitud 8ª a finales de ese año, para volver a descender violentamente casi hasta la 12ª magnitud (inicios de 1910), ubrir velozmente hasta la 6ª magnitud (verano de 1910) y, de nuevo, volver a caer hasta la 12ª magnitud en otoño del mismo año, para subir de nuevo hata la 6ª magnitud a mediados de 1911...

Uno de los períodos más anormales de la estrella se dio en el período 1863-1875, época en la cual R cayó hasta la magnitud 14ª para recuperar su brillo, sólo parcialmente (pues se mantuvo durante esos diez años por debajo de la 6.5ª magnitud) en 1865, 1867, 1869, 1870, 1871 y 1872, cayendo de nuevo hasta la 14ª magnitud durante los años 1872-1873 y subiendo hasta la magnitud de reposo a finales de 1874. Un episodio similar se dio entre los años 1908-1912 en el cual se registraron no menos de 4 caídas y otras 4-6 recuperaciones de brillo parciales y escalonadas. R es una variable fácil de localizar, incluso con prismáticos: situada en el seno de la Corona Boreal, sus brillantes estrellas sirven de jalón para situarla: una estrella de magnitud 7.2ª se sitúa providencial al este, con la cual podemos hacer una primera determinación de brillo. Estrellas de la magnitud 5.6ª-7.5ª en sus alrededores permiten hacer estimaciones de brillo sin complicaciones.

Cuando, en una observación normal, notamos que no aparece o que brilla tanto como la compañera es hora de prepararse: probablemente hay una crisis en perspectiva. A finales de julio yo, como otros muchos observadores, la encontramos estable en la magnitud 5.9-6.1ª: nada hacía pronosticar una nueva crisis, recién salida de una anterior (agosto 1998-marzo 1999). El 1 de agosto, junto con un compañero, realicé desde el Pirineo leridano mediciones para comprobar el límite de magnitud de un reflector de 114 mm, precisamente con el campo de R, encontrándola ya algo por debajo de su brillo normal aunque sin prestar demasiada atención dada la presencia de una Luna Nueva molesta: esa misma noche José María Fernández Andújar la encontraba con magnitud 6.36ª. Observaciones por medio de una CCD y el mismo telescopio, desde el centro de Barcelona, me la mostraron pocos días después ya bajando de brillo, pero la falta de tiempo adecuado, el mal cielo de la ciudad y la lejanía de casa me impidieron seguirla adecuadamente: estaba ya en magnitud 7.2ª y seguía bajando. En esos días Máximo Suárez la medía ya en la magnitud 8ª, rumbo a una caída. No obstante, una observación dos semanas después, me indicaron que ya no era visible con prismáticos por haber superado la 8ª magnitud: crisis a la vista. Observaciones de otros compañeros completan un seguimiento de la curva de brillo, de la cual hablaré después al mostrarla. Intenté hacer mediciones fotométricas con la CCD, pero el excesivo resplandor de la luna, los cirros, la calima y demás impedimentos ajenos a mi voluntad me lo impidió. El día 18 nuestro compañero Miguel Rodríguez Marco nos remitía un mail privado a varios observadores en el que nos anunciaba la creación de una página web sobre variables... provindencial para todos. El 25 yo le remitía una nota en la cual le comentaba que mis mediciones CCD parecían indicar un buen bajón de magnitud, a lo cual seguía una nota emitida por la AAVSO (el 26) anunciando esto mismo: una crisis. A la mañana siguiente, viernes, yo remitía una nota a las listas astronómicas, por si algún observador no estaba de vacaciones y encontraba tiempo para observarla; 14 minutos antes Máximo Suárez había enviado una nota a los suscritos a la lista de la A.V.E. comentando la crisis. Miguel la observó esa misma noche y la encontró más débil de la 10.6ª magnitud (aunque la presencia lunar molestaba para calcular adecuadamente el brillo), cayendo en picado rápidamente: mis mediciones digitales (tomadas con una MX5 acoplada a un refractor acromático de 75 mm de diámetro: el buscador del catadióptrico de 203 mm que empleo habitual) me mostró que R estaba próxima a la magnitud 12ª-12.3ª. Había vuelto a bajar.

En la mañana del 28 contacté con José María Fernández Andújar, quien la había seguido hasta perderla de vista en torno a la 7.2ª magnitud la noche del 10 de agosto y nos facilitó un buen montón de valiosas mediciones de brillo del período 1 de junio-10 de agosto, aunque (lamentablemente para todos) terminaban ahí... Observaciones CCD esa misma noche me mostraron R prácticamente igual de brillo (12.4ª), pero reparé en que un astro que en la carta “e” de la AAVSO estaba rotulado con magnitud 15.5ª brillaba, de hecho, una magnitud por encima de lo esperado: avisé a Miguel y a Máximo del error y me dirigí en mi pobre inglés a la AAVSO, comentándoles este hecho. En la madrugada del 3 de septiembre Mr. Charles Scovil, del Stamford Observatory y responsable de la AAVSO, me comentaba en su mail: “Verdad. No hay una estrella "155". Mira la carta.” y tenía la amabilidad de enviarme una carta nueva... corregida ya del error; lo cierto era que días antes me había bajado de la propia web de la AAVSO la carta, que contenía el error fatal en su rotulado. Hasta entonces no estaba muy seguro de mis mediciones (¡eran en luz integral!), pero poco a poco las noticias que me iban llegando indicaban que mis datos eran correctísimos.

Se recibieron mediciones de la AAVSO, las cuales indicaban que entre el día 5 y el 9 R estaba entre las magnitudes 13.3-13.8 con una dispersión en las medidas de 0.3-0.4 magnitudes, aunque la ‘moda estadística’ estaba en la magnitud 13.6ª. Observaciones digitales mías el 7 de septiembre la mostraban en la magnitud 13.6ª en total concordancia con la observación de Máximo (con límite en la magnitud 14.5ª en ambos casos). Una observación de Diego Rodríguez (del Grupo M-1) la pilló la noche del 9 en plena subida, pues él determinó magnitud 13ª. Sin embargo imágenes digitales la noche del 11 de septiembre (tras varias jornadas con molestos cirros) me la ofrecieron, sorprendentemente, en la magnitud 12.6ª: indudablemente casi 1 magnitud por encima de lo medido tres noches atrás; un mail mío a las listas astronómicas, en la mañana del 12, dio cuenta del asombroso hecho: dos horas después Miguel me comentó vía electrónica que José Ripero había observado también la subida, confirmando plenamente mis mediciones: ¡la CCD funcionaba más que perfectamente!

Los miembros de la AAVSO midieron la noche del 11 brillos entre la 13.4ª y la 12.3ª: aquí aparece una dispersión de nada menos que 1.1 magnitud, aunque la ‘moda’ estadística (la magnitud más medida) fueron la 12.8ª y la 12.4ª cuyo valor medio es la magnitud 12.6ª, sin embargo el valor promedio de todas fue la magnitud 12.8ª. Mediciones la noche del 12 la ofrecieron en magnitud 12.3 mientras que la noche del 14 estaba ya exactamente en la magnitud 12ª, en vertiginoso ascenso. Mis imágenes digitales llegan hasta la noche del 15, en cuyas últimas mediciones la estrella estaba ya en la magnitud 11.7-11.8ª: esas fueron las últimas fotografías antes de la llegada de las oportunas lluvias y de la molesta Luna...

Después de la Luna mi primera observación válida es del 29 de septiembre, cuando ya estaba de nuevo en la magnitud 10.5ª: había subido lentamente y parecería que seguiría ascendiendo de brillo, una vez recuperada de esta crisis. Pero he aquí que cuando volví a observar, después de unas noches de nubes, había vuelto a descender de brillo muy ligeramente: podía tratarse de un error de mis mediciones (debido a una capa de cirros, invisibles pero fastidiosos) o que realmente volvía a descender. Más períodos sin mediciones a causa de la lluvia pero la noche del 10 la capturé asustado: !había bajado notablemente hasta la 12ª magnitud!; di la voz de alarma entre mis compañeros y volvía a perderla entre nubes poco después. Afortunadamente la noche del 20 se despejó y la capturé bajísima (13,2ª magnitud); indudablemente había caído en picado desde las noches del 3 y del 10.

Finalmente el domingo 24 se despejó milagrosamente y pese a la molesta luz lunar y las nubes de tormenta que se paseaban aisladas pude merdirla en torno a la 13,6-13,7ª magnitud. Aquí teminan mis mediciones de brillo hasta el momento de cerrar esta edición; sólo más tarde, cuando tengamos todas las mediciones en la mano, sabremos cual fue realmente su comportamiento completo y hasta donde llegó en sus bajadas y mini subidas de brillo, pero todo eso será lo que os contaré en una próxima entrega....


Francisco A. Violat Bordonau

Asesores Astronómicos Cacereños