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El retraso tecnológico de las administraciones españolas

España sufre de una situación burocrática propia del Tercer Mundo

En nuestro país, donde presumimos de estar en los grandes puestos de la Unión Europea en lo que se refiere a investigación tecnológica, los nuevos descubrimientos y herramientas no son adoptados por las administraciones públicas.

¿Por qué tenemos que malgastar tanto tiempo en trámites burocráticos?

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Un día cualquiera de una comisaría en el que dos docenas de personas esperan que les den un número desde hace horas

Muchos españoles (incluso los que viven en grandes ciudades, como Valencia)tienen que esperar toda una mañana (desde las 5 incluso) en la puerta de una comisaría hasta que les dan un úmero que les posiciona en una larga cola. Puede incluso que ni consigan un número y tengan que volver al día siguiente (con los consecuentes problemas en el trabajo), levantándose antes para así esperar más rato el próximo día y conseguir la ansiada plaza en la lista burocrática policial. Y todo para poder renovarte el DNI.

¿Es que Internet no sirve para esto?

Porque la verdad, da verguenza personal y ajena que en pleno siglo XXI esperemos largas colas después de un gran madrugón (como si de la Posguerra se tratara)para conseguir un simple número de cola. ¿Por qué todavía no podemos solicitarlo por la red?

Las Administraciones y la Burocracia han de estar al mismo nivel tecnológico que la sociedad que las utiliza

Y la misma modernización de servicios y aplicaciones virtuales necesita, sin ir más lejos, la Seguridad Social y otras entidades estatales. La tecnología ha de ayudar al hombre y, si ya existe, debemos hacer uso de ella, sobretodo con aquellos trámites burocráticos que nos quitan tiempo a nosotros y a los funcionarios.

Porque los madrugones equivaldrán en el futuro a imprimirte un tíquet donde te digan tu código/reserva de plaz/nº de cola...... Tal y como pasa YA con cualquier billete de avión. (Lo que pasa que primero que avanza lo económico por encima de las necesidades sociales... ¿¡Cómo no!?

Rosa Torres

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