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Leer ya no es como antes

Alfabetización estética

Las múltiples lecturas del mundo nos cuestionan: ¿con qué armas nos enfrentamos a la explosión de imágenes, unas excesivas y otras complacientes, donde la sexualidad, el poder y la violencia se desbordan conformando una cultura visual saturada, autoritaria, sensual y hedonista? ¿Estamos alfabetizados en el hecho de mirar? ¿Tenemos herramientas para ejercer con autonomía el acto de escuchar? ¿Conocemos los fundamentos del movimiento y por lo tanto somos capaces de leer nuestras emociones en las huellas de nuestro cuerpo?

Estas inteligencias múltiples cada vez más buscadas por la escuela en muchos países, incluido México, suponen habilidades para desarrollar muchas otras formas de lectura del mundo interno, del mundo propio y del que nos rodea. De ahí la importancia de la educación por el arte no sólo en las escuelas, sino en muchos otros espacios comunicativos y de encuentro.

Del texto al hipertexto

Desde la aparición de la tv y primero del cine, los ciudadanos cambiaron su mirada y la lectura del mundo, uno que ahora se nos presenta mediado por todo tipo de pantallas. Los niños han pasado de la tv a la videocasetera y luego a los videojuegos, el Nintendo, el Play Station, el Gameboy, el Game Cube y ahora el Xbox. Los juegos electrónicos circulan por la internet.

Dos conceptos se han transformado en este contexto: el tiempo y la distancia. Los niños y los jóvenes gustan de la velocidad y las estéticas de la lentitud les desesperan. Su lectura va a saltos, por fragmentos, va y viene, no se detiene mucho en un solo tema o tiempo.

En la era de internet ha habido un cambio drástico en la lectura y escritura, al ser ésta una red de redes en la que se conectan una diversidad de textos escritos, visuales y auditivos, imágenes fijas y en movimiento, ficción, simulación y/o realidad. El ciberespacio se ha vuelto una red neuronal donde la producción de la escritura, el conocimiento y el aprendizaje se presenta en condiciones de simultaneidad y aparentemente 'sin límite'.

Dichos límites están dados por las diferentes capacidades de hacer 'uso' inteligente de la red, de navegar y conectarse con contenidos significativos, de no perderse en la basura electrónica o bien por la habilidad de poner dichos contenidos en contexto y no simplemente para copiarlos sin razonar, como ocurre con muchos niños y jóvenes que viven de la piratería ciberespacial.

Los cambios que han introducido el texto y la escritura electrónica son radicales. Se habla de un nuevo género relacionado con el correo electrónico. Los niños han creado un nuevo lenguaje compacto que no respeta ortografía alguna, ni palabras completas. Han eliminado las vocales y mezclan iconos en un tiempo compacto. Ciertos sectores parecen querer pasar de la oralidad a la tecnología, sin pasar por la palabra escrita.

Vivimos la pérdida de la linealidad, secuencialidad y del valor de cierto tipo de conocimiento. Frecuentemente los niños no encuentran el hilo conductor de la historia y no tienen claro qué fue primero, si la Revolución o la Independencia. Temen acercarse a un párrafo largo o a un texto sin ilustraciones.

Ahora existen los mundos virtuales de la palabra. La escritura puede ser incluso un acto colectivo descentrado y desterritorializado. El hipertexto nos conduce a una trama sin fin de lecturas fragmentarias, donde la conectividad es lo más trascendente.

La generación de nuevas comunidades virtuales es una realidad, a la que se suman los blogs y aún espacios donde el lector y el autor interactúan en tiempo real. Los formatos de lectura en las revistas cambian. Se abrevian. Los periódicos ponen en internet las noticias del día, mañana publicarán algo distinto.

La fragmentación social se ve incrementada justamente porque unos cuantos están instalados en la era tecnológica, virtual e hipertextual, mientras otros viven en el oscurantismo más grande, pero con una cultura ligera que es fruto de años de exposición a medios electrónicos que proponen, a través de la cultura del espectáculo, una lectura superficial del mundo.

Lectura de la diversidad

Por ello, más que angustiarnos por la competencia de otros medios aparentemente más poderosos, lo que debemos hacer es enriquecer la capacidad de elección, selección y generación de repertorios no sólo de lectura sino de relación con otras prácticas culturales donde la estética vaya más allá de las telenovelas. El asunto es cómo introducimos la diversidad en un mundo que intenta ser homogéneo.

¿Cómo podemos ampliar el repertorio de los géneros dramáticos a los cuales los ciudadanos se acercan para no quedarse en el más elemental de todos, el melodrama? ¿Cómo damos sentido a la existencia si no podemos romper con el aburrimiento de siempre lo mismo? Al fin de cuentas el libro no es más que una ventana más de asomo y asombro; pero nadie se asoma a una ventana si no siente curiosidad, si no hay en su interior una llama capaz de prender la energía propia y la que nos conecta con el mundo.

Declarar al libro en defunción no parece ni viable ni cierto. Nuestras magnas ferias editoriales lo evidencian: la Feria Internacional del Libro de Guadalajara; la Feria Internacional del Libro Infantil y Juvenil, y la Feria del Libro de la Ciudad de México son acontecimientos editoriales importantes que movilizan a miles de lectores, unos ocasionales, otros permanentes.

Los libros como objetos culturales siguen su curso y se adaptan o padecen las nuevas condiciones de producción, circulación y lectura. Ahora los países se dividen entre productores de libros e importadores de libros.

La batalla por el libro en nuestro país pasa por la búsqueda de una política pública que permita el desarrollo y la integración de una industria que requiere de diferentes estímulos para desarrollarse y de todos los espacios posibles para acercarlo al hogar, a la escuela, a la vida cotidiana, a los ciudadanos de todas las edades.

http://www.el-universal.com.mx/columnas/vi_68746.html

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