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Primera aproximación al hipertexto

En este estudio nos proponemos reflexionar sobre el concepto del hipertexto, su retórica y sus implicaciones en el mundo académico. Estoy además convencido de que es producto tanto de un fenómeno socio-cultural, como de unos avances tecnológicos. Y si bien en su dimensión técnica está apenas entrando en la infancia de su desarrollo, su resonancia actual nos exige ya una reflexión filosófica que permita colocar este nuevo fenómeno dentro del marco de nuestro desarrollo cultural. A este punto se hace necesario anticipar un poco el final de nuestro estudio e iniciar el proceso de nuestras reflexiones con una definición provisional, y lo más breve posible, de lo que entendemos por hipertexto: un texto en forma digital con múltiples enlaces a otros textos.

La primera reacción del estudioso de la literatura ante esta lacónica definición sería indicar que entonces el hipertexto no es nada nuevo, que únicamente son diferentes palabras para expresar un concepto que Foucault, por ejemplo, desarrollaba ya en La arqueología del saber. Foucault, a su vez, únicamente articulaba lo que la experiencia cuotidiana nos mostraba y lo que los estudios académicos cuidadosamente reflejaban a través de las notas a pie de página. Es decir, en palabras de Foucault, que la unidad de cualquier texto 'es variable y relativa. No bien se la interroga, pierde su evidencia; no se indica a sí misma, no se construye sino a partir de un campo complejo de discursos' (37). Estos discursos refieren a múltiples contextos y a múltiples relaciones intertextuales.

Interpretada nuestra breve definición desde esta perspectiva, colocamos el hipertexto en el centro del debate posmodernista. ¿Es posible que se trate de una creación/proyección posmoderna? Así parecen verlo en la actualidad tanto los defensores como los retractores del hipertexto. Y en efecto, desde la perspectiva posmoderna el hipertexto parece permitir finalmente la descentralización del texto y, por lo tanto, del autor. Así lo define Landow en su obra clásica de 1992, al considerarlo como 'texto compuesto de bloques (o imágenes) unidas electrónicamente por medio de múltiples caminos, vínculos, enlaces en una textualidad abierta, perpetuamente sin acabar' (3). Pero si nos abstraemos por un momento de la prisión de los paradigmas de la crítica vigentes en la actualidad, y nos recogemos en la intimidad de nuestra experiencia, la definición que proporcionamos anteriormente puede ser interpretada desde otra perspectiva. Por ejemplo, recordemos esas ocasiones en las que 'perdemos una mañana' sin llegar a terminar la lectura de un ensayo por haber estado siguiendo asociaciones que nos llevan de un libro a otro, sin encontrar el momento de regresar al ensayo original que incitó en primer lugar esa orgía intelectual. En esos momentos liberadores practicamos/construimos una especie de hipertexto; pero es un proceso lento que requiere traslado físico y búsqueda del nuevo texto. El mundo electrónico parece venir a facilitar ese procedimiento.

Pero regresemos de nuevo al debate posmoderno para desde allí replantear la problemática que parece aportar el hipertexto. La nota común en los estudios críticos sobre el hipertexto es el uso de un lenguaje ya definido (aun cuando la evaluación dependa de la perspectiva en que se use). Así se habla de discontinuidad en el texto, (Aarseth), de un proceso no-lineal (Brent) en el uso de fragmentos (Rodríguez), de que se posibilita un número infinito de hipotaxis (Brent), de que el lector se pierde al caminar de lexia a lexia (Gaggi) y, en fin, se coincide igualmente en que se trata de un proceso no secuencial (Nielsen) en el que el texto queda des-centrado (Landow). Todos estos términos apuntan, como señalábamos anteriormente, al debate de la posmodernidad y que nosotros podemos ejemplificar mediante un somero análisis de una de sus dimensiones: la aproximación hermenéutica al analizar un texto.

De un modo sucinto podemos resumir la situación actual señalando que se trata de un momento de transición hacia un nuevo paradigma en el acto de la comunicación: En la modernidad se privilegió al autor, la posmodernidad privilegia al texto, en el discurso antrópico (simbolizado ahora por el hipertexto) se privilegia al lector. Pero antes de regresar de nuevo al estudio del hipertexto, desarrollemos un poco más esta afirmación para poder comprender las implicaciones que conlleva el cambio de paradigma. Y vamos a hacerlo a través de una reflexión sobre los tres momentos antes mencionados.

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